Año del padre Kentenich
El próximo año recordaremos los 50 años de la muerte del padre Kentenich. En ese contexto el P. Juan Pablo Catoggio nos escribe:
El santo Papa Juan Pablo II nos recordaba nuestra responsabilidad: “Ustedes están llamados a participar de la gracia que su fundador recibió y a ofrecerla a toda la Iglesia. Pues el carisma de los fundadores es una experiencia suscitada por el Espíritu, que es transmitida a sus discípulos, para que estos la vivan, la custodien, la profundicen y la desarrollen constantemente, en la comunión de la Iglesia y para bien de la Iglesia” (20.09.1985)
Del mismo modo el Papa Francisco nos advirtió: “Les preocupa mantener vivo el carisma fundacional y la capacidad de saber transmitirlo a los más jóvenes. A mí también me preocupa, ¡eh!, que lo mantengan el carisma y lo transmitan, de tal manera que siga inspirando y sosteniendo sus vidas y su misión”. Más importantes son las palabras siguientes, en que habla del dinamismo vivo de un carisma que se actualiza en contacto con la realidad y a su vez la transforma: “Ustedes saben que un carisma no es una pieza de museo, que permanece intacta en una vitrina, para ser contemplada y nada más. La fidelidad, el mantener puro el carisma, no significa de ningún modo encerrarlo en una botella sellada, como si fuera agua destilada, para que no se contamine con el exterior. No, el carisma no se conserva teniéndolo guardado; hay que abrirlo y dejar que salga, para que entre en contacto con la realidad, con las personas, con sus inquietudes y sus problemas. Y así, en ese este encuentro fecundo con la realidad, el carisma crece, se renueva y también la realidad se transforma, se transfigura por la fuerza espiritual que ese carisma lleva consigo.” (3.09.2015).
Se trata de nuestra vocación más profunda: “La identificación con su carisma constituye nuestra identidad. Es una gracia que nos es dada con la vocación a Sion. Exige de nosotros una apropiación consciente y continua de su carisma a nivel afectivo, intelectual y efectivo, en el contexto de nuestras diferentes culturas de origen.” (Capítulo General 2015 II,3).
P. Juan Pablo Catoggio
Superior General